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Arcana Mundi
Número 005
Diciembre de 2004
Cuaderno de Fenómenos Paranormales en el Mundo
Angloparlante
Editado
por Scott Corrales
Noticias
Fuente: Periódico
Herald Republic, Yakima, Washington13.09.04
YAKIMA- Extrañas
luces vistas el domingo por la noche sobre Moxee casi seguramente formaban parte
de un ejercicio militar realizado en el Yakima Training Center, según la oficina
del Comisario de Yakima County.
A las 10:50 pm, la
oficina del comisario no habia podido confirmar dicha información, pero manifestó que la
ubicación y la forma de las luces indicaban un ejercicio
militar.
Una llamada
telefónica realizada por el Yakima Herald Republic al portavoz del centro de
entrenamiento no fue atendida.
Entre las 9:30 y
10:30 pm. Varias personas se comunicaron con este periodico y con la oficina del
comisario al respecto de las luces, que fueron descritas como silenciosas y
parpadeantes, cambiando de blanco a amarillo.
(con agradecimiento
a Lou Farish, UFO Newclipping Service)
El misterio de los
circulos de maiz en la granja Fox de la comunidad de Miami sigue siendo eso
mismo—un misterio.
Puesto que nadie se
ha arrogado la responsabilidad por la creación de los círculos, los misteriosos
objetos fueron examinados de cierto modo este fin de semana por miembros del
Independent Crop Circle Association, quienes llegaron al pueblo para realizar su
propio peritaje.
Después de haber
ivestigado los circulos por dos dias y noches seguidos, Roger Sugden,
representante del grupo, manifestó que no parece tratarse de un fraude: “No hay
raspaduras en las cosechas y no pueden apreciarse las señas que asociamos a
menudo con los fraudes”.
Según Sugden, su
grupo ha participado en la investigación de varios círculos enigmáticos. El
sitio en Miamsiburg – dijo – se parece mucho a los circulos descubiertos cerca
del famoso Serpent Mound (túmulo de la serpiente) en agosto del año
pasado.
Los resultados de
las pruebas de tierra aún no estaban disponibles al momento de esta
edición.
El grupo insiste
que los círculos aparecen rara vez en los maizales. Sin emabrgo, Ted Robertson,
otro miembro del grupo, aseveró que una cantidad inusual de formaciones ha
aparecido en maizales en lo que va de este año.
También dijo que
esta formación sea posiblemente la más compleja que se haya visto en un
maizal.
La formación midió
222 pies de arriba a bajo y cada círculo tenía un solo tallo vertical en su
centro. Todos los tallos estaban doblados desde la raiz y yacían en sentido
dextrorso.
Parecía existir una
precisión matemática en los círculos. Robertson considera que las formacionas se
basan en la geometría sagrada que se empleaba siglos
atrás.
Trátese ya de un
fraude o de seres del más allá, se debe admitir que los círculos son algo de
interés y nos llevan a pensar qué o quienes pueden estar merodeando por el
vecindario.
(con agradecimiento
a Lou Farish, UFO Newsclipping Service)
Un
investigador norteamericano afirmó haber hallado la legendaria "ciudad perdida"
de la Atlántida al fondo del Mediterraneo oriental.
Robert
Sarmast declaró que el barrido del lecho marino mediante sonar entre Chipre y
Siria desveló la presencia de muros hechos por la mano del hombre -- una de
ellas con una extensión aproximadad de dos millas -- y trincheras a una
profunidad de 1.500 metros.
"Es
un milagro haber encontrado estos muros, ya que su ubicación y extensión
coinciden exactamente con la descripción de la Acrópolis de la Atlántida que
aparece en los escritos de Platón", dijo Sarmast, refiriéndose al filósofo
griego.
"Definitivamente
hemos encontrado la Acrópolis de la Atlántida", afirmó, agregando que el sitio
se localizaba a 50 millas a sureste de Chipre.
Sarmast,
de 38 años, es un arquitecto de profesión nacido en Los Angeles. Ha dedicado los
pasados dos años y medio tratando de localizar la ciudad perdida descrita por
Platón en sus diálogos "Timeo" y "Critias".
Habló
con reporteros desde la "Flying Enterprise", su buque expedicionario, seis días
después de haber realizado un barrido de sonar "side scan" del lecho
marino.
Sarmast
manifestó haber seleccionado esta zona partiendo de datos proporcionados por dos
barridos anteriores del Mediterráneo oriental, realizados por expediciones rusas
y francesas. Su propia expedición se valió de equipo más sofisticado,
comentó.
"Encontramos
más de 60-70 puntos que compaginan perfectamente con las descripciones
detalladas del trazado de la Acrópolis de los atlantes, según los escritos de
Platón".
"La
coincidencia entre las dimensiones y las coordenadas obtenidas por nuestro sonar
con las descripciones de Platón son tan exactas que, de no tratarse de la
Acrópolis atlante, se trataría entonces de la mayor coincidencia del
mundo".
Las
pruebas al lecho marino comprueban que en algún momento se encontró por encima
del nivel del mar, manifestó Sarmast.
"Aun
no podemos proporcionar pruebas materiales como ladrillos y mortero, ya que los
artefactos están enterrados bajo varios metros de sedimento a una profundidad de
1.500 metros, pero la evidencia ya es innegable", agregó.
Cuando
se le preguntó si pudiese tratarse de las ruinas de otra ciudad sumergida bajo
las olas, Sarmast aseveró que los restos coinciden tan perfectamente con la
descripción que hizo Platón de la Atlántida que no podía tratarse de otra
cosa.
Traducción
(c) 2004. Scott Corrales, InterAlia.
FUENTE:http://www.suburbanchicagonews.com/sunpub/naper/news/n1114ufos.htm
FECHA:
16.11.04
GRUPO DECLARA
AUMENTO EN AVISTAMIENTOS OVNI
por
Kim Smith - Sun News Services
WILMINGTON - Cuatro
niños locales afirman haber visto un disco volador girante sobre su
fraccionamiento y sobre un maizal adjunto antes de que el objeto desapareciese
en algún punto sobre la Ruta 53.
Los niños contaron
su expiencia tan bien que los expertos investigadores de la Mutual UFO Network
(MUFON) dicen que su relato no puede ser un fraude. EL grupo proporcionó
videocintas y cientos de fotografías tomadas durante lo que Sam Maranto,
director seccional de Illinois para MUFON, ha clasificado como uno de los
macroavistamientos regionales más intensos de la historia
reciente.
Dos de los eventos
tomaron lugar el 21 de agosto y el 31 de agosto de este año y supuestamente
fueron presenciados por cientos de personas en Frankfort, Mokena, New Lenox,
Tinley Park, Oak Forest, Orland Park, Orland Hills, Matteson y posiblemente tan
lejos como Hazel Crest.
El avistamiento de
los chicos tomó lugar en Wilmington en Junio y difiere de los eventos más
recientes.
Los avistamientos
más intensos fueron de una peculiar formación de tres luces rojas -- no un disco
-- vistas por cientos de testigos. El propietario de un negocio dijo haber
estado sentado al aire libre con algunos amigos después del partido de futbol de
los Chicago Bears cuando un vecinó les gritó que mirasen al cielo. Vieron como
tres luces cambiaron formaciones mientras que se desplazaban desde el noroeste
al sureste en espacio de 20 minutos, afirmó el hombre. Supuestamente no se
escuchó ningún sonido.
Dijo que las
brillantes luces rojas mudaron su color a blanco antes de desvanecerse. Unos 45
minutos después, apareció una sola luz roja. Pudo retratar esa luz con su
videograbadora.
El testigo, vecino
de Tinley Park, también pudo ver el retorno de las luces en la noche de
Halloween. Nuevamente eran tres, informó. Existe un video de los avistamientos
disponible en el National UFO Reporting Web Site
(www.nuforc.org).
Maranto explicó que
los incidentes OVNI son investigados por personas certificadas en aviación,
meteorología, fisica, astronomía y otros campos de la ciencia. Los testimonios,
fotos y cintas de vídeo son sometidos a análisis. El avistamiento de la noche de
Halloween tomó lugar a eso de las 8:00 p.m. y fue presenciado por cientos de
personas que iban en busca de golosinas, según el informe preliminar de MUFON.
En dos calles, casi 50 celebrantes se detuvieron para clavar la mirada en el
firmamento.
El grupo manifestó
que el objeto tenía forma de triángulo y tenía más de 5000 pies de largo. En su
dimensión más larga, supuestamente abarcaba ocho cuadras al norte y al sur.
Según su rotación, el objeto alegadamente estaba a una altura de 1.500 a 6.500
pies sobre la tierra, cerniéndose a unos 4.000 pies sobre la
tierra.
No se trata de la
primera vez que se hayan visto OVNIS en la zona de Joliet. Un destello
fulgurante de color rosado naranja fue presenciado, alegadamente, cerca de
Parker Road por conductores que transitaban en la Interestatal 80 así como por
un vecino de New Lenox aparcado en su estacionamiento cerca de Cedar Road en New
Lenox el 30 de noviembre de 1997. También se informó sobre una oleada de
avistamientos en el otoño de 1.998.
Fuente: Periódico
Star, Hartlepool, Inglaterra
Fecha:
30.09.04
Un investigador
OVNI se ha visto inundado de llamadas telefónicas de personas que afirman haber
visto platillos voladores.
Glen Richardson
dice que 11 vecinos de Hartlepool se comunicaron con él para contarle sus
relatos después de que Richardson fuera entrevistado por el periódico Hartlepool
Mail hace dos semanas.
El investigador de
22 años de edad alega que el pueblo es un foco de abucciones por alienígenas y
de avistamientos e instó a que la comunidad le comunique sus
experiencias.
El telefono no dejó
de sonar el 6 de septiemre, cuando el artículo apareció en el periódico
vespertino. Glen, vecino de Dorset Street en la zona de Oxford Road, dijo:
“Honestamente, el teléfono no dejo de sonar toda la noche. Tuve unas seis o
siete llamadas esa noche y un mensaje de texto.
En los dias
posteriores recibí más llamadas, diría que un total de
11.”
Las llamadas dieron
parte sobre avistamientos de naves amarillas y anaranjadas, naves con forma de
puro y un objeto del tamaño de tres autobuses: estos fueron sólo algunos de los
misteriosos objetos cuyos testigos estaban ansiosos por dar a
conocer.
“Me parece
estupendo que la gente diga presente”, dijo el trabajador de servicios de apoyo,
que recopila información extraterrestre voluntariamente. “Es un tema escabroso y
la gente no quiere abordarlo por temor a la mofa. Quiero convertirlo en un tema
menos tabú porque se trata de algo que sucede en todas
partes”.
Aunque Glen estaba
muy complacido con la respuesta del público, cree que hay muchas personas más
que han tenido experiencias parecidas.
Artículos
OESTE SALVAJE: ENIGMAS Y
MISTERIOS DEL “WILD WEST”
Por
Scott Corrales
© 2004
Se apellidaba Wyatt y
la historia no se dignó a recordar su nombre de pila. Sabemos que fue uno de los
numerosos ganaderos que cuyas manadas de reses cruzaron las interminables
praderas norteamericanas, como el personaje encarnado por el actor John Wayne en
la película “Río Bravo”. Pero el
relato de Wyatt no tiene que ver ni con sus reses, ni con cuatreros, ni con las
situaciones que tradicionalmente aquejaban a los que movían miles de animales de
una parte de las praderas a la otra.
Wyatt fue uno de los
primeros blancos en ver a un ser de leyenda con sus propios ojos: el gigante
conocido como pie grande o Bigfoot. El encuentro le hizo tal impresión
que el avezado vaquero no dudó en incluirlo en su diario, objeto que formaría
parte de la herencia recibida por James C. Wyatt, su nieto, quien daría a
conocer el alucinante relato a mediado de la década de los
’70.
En 1888, Wyatt se
encontraba en algún punto cerca de los Big Woods (grandes bosques) del
estado de Minnesota, dónde su padre y algunos vaqueros habían pasado el invierno
con una tribu de indios antes de llevar su ganado a los pastizales del norte.
Wyatt y sus familiares dominaban los dialectos de varias tribus y participaban
en numerosas actividades tribales, lo suficiente como para que los taciturnos
nativos depositaran en el joven vaquero suficiente confianza como para hacerlo
partícipe de un gran secreto.
Un buen día, Wyatt se
encontró con un indio que llevaba en sus manos una gran bandeja llena de carne
cruda. Sorprendido, Wyatt le preguntó por qué lo hacía y el nativo, meditando
antes de contestar, indicó al joven cowboy que lo siguiera a un lugar que
la tribu consideraba sagrado.
“En una cueva de poca
profundidad en la superficie de un acantilado”, escribió el vaquero, “vivía una
bestia de pelo largo y negro que cubría todo su cuerpo salvo por las palmas de
sus manos y la zona que rodeaba sus ojos... ” La criatura parecida a un hombre
no parecía salvaje en lo más mínimo: estaba sentada con las piernas cruzadas,
como lo haría un indio, y comenzó a devorar la carne cruda tan pronto como esta
le fue ofrecida. Según la descripción ofrecida por Wyatt, el ser peludo tenía el
tipo de un hombre fornido, pero sin cuello, ya que la cabeza de la extraña
entidad parecía descansar directamente sobre sus hombros.
A diferencia de
muchos encuentros posteriores entre humanos y estos seres peludos que parecen
ocupar todos los continentes de nuestro mundo, muy a pesar de la comunidad
científica, Wyatt pudo visitar la criatura más de una docena de veces,
maravillado por lo que estaba viendo. Aún así, los miembros de la tribu se
mostraban reticentes a abundar detalles sobre la criatura, su procedencia o su
propósito, si es que lo tenía. El vaquero tuvo que dar “dos libras de tabaco,
una brújula y un hacha” al indio que lo llevó a conocer al homínido para poder
sacarle información.
Los indios
denominaban “oso loco” a esta criatura – de hecho, la nomenclatura se extendía a
todos los seres de ese género – y la manera de su llegada a la tribu era
francamente alucinante: una pequeña “luna” había depositado una pareja de “osos
locos” en un altiplano cerca del campamento indio hacía mucho tiempo. El ser que
había visto Wyatt era uno de tres que habían salido de la pequeña “luna” antes
de que esta volviese al firmamento. La mansedumbre de los especimenes era digna
de comentar, y los jefes de la tribu decidieron que los “osos locos” se
convertirían en su talismán. No se escatimarían recursos para alimentarlos ni
guerreros para defenderlos.
¿Qué podemos decir
sobre este relato? ¿Se trataba, en efecto, de una broma del vaquero para
intrigar a cualquier posible lector de su diario? ¿O hay algo de cierto en el
relato de los “osos locos” y el detalle más estremecedor, su posible vínculo con
el fenómeno OVNI, cosa que ha sido fuente de disputas entre estudiosos de la
ufología y los peritos de Bigfoot, que insisten en que el objeto de sus
pesquisas es un ser de carne y hueso que no guarda relación alguno con la
pararrealidad de los OVNI?
La ubicación
geográfica de las experiencias de Wyatt no deja de ser curiosa. Fue precisamente
en Minnesota en 1869 cuando un “hombre peludo” atacó un coche abierto en el que
viajaban un padre e hija cerca de la población de Gallípolis. El periódico
The Weekly Record de la vecina población de Manako recogió la historia
de cómo el hombre
salvaje—de estatura gigante y cubierto de pelo—se lanzó contra el padre,
agarrándole el cuello y tirándolo del vehículo, amenazando con morderle el
pescuezo. La hija, viendo peligrar la vida de su padre, logró levantar una
piedra y arrojarla contra la cabeza del extraño. Aturdido, el ser soltó su presa
y se alejó caminando hasta internarse en un soto cerca del camino. ¿Uno de los
“osos locos?”
Las
experiencias del vaquero Wyatt y su avistamiento de los “osos locos” son tan
solo un momento importante dentro de las crónicas de los seres anómalos en el
oeste de los Estados Unidos. No obstante, hay que tener en cuenta que los indios
pueblos, mucho antes de la llegada de las expediciones de Vázquez de Coronado en
el siglo XVI y la posterior conquista de la zona por Diego de Vargas a fines del
s.XVII, ya relataban con gran temor sus encuentros con seres gigantescos que
ocupaban las alturas de la Cordillera de San Juan, que se extiende desde el
norte de Nuevo México hasta la región centro-sur de
Colorado.
Los
ancianos de la tribu no comparten su información al respecto con facilidad, ya
que estos gigantes cuya estatura oscila entre los tres y cuatro metros son
considerados seres espirituales y por ende, sagrados. La definición de
espiritual parece no tomar en cuenta que estos seres dejan huellas y
supuestamente han atacado y devorado seres humanos.
Entre
las ruinas de los asentamientos de los indios pueblos existe una de gran
interés: Ge-to-ta-oun-lai-neu, que significa en esa lengua “lugar pisado
por el hombre gigante” y cuya ocupación ha sido fechada entre años 1450 y 1700
de nuestra era. Arqueólogos indios afirman que existe una relación directa entre
el nombre del arruinado asentamiento de casas de adobe con los gigantes peludos
que existían en la zona en aquellos tiempos, criaturas de los densos pinares de
las montañas.
El
estudioso Keith A. Foster de la organización BFRO ha logrado recopilar un
fascinante acervo histórico de la tribu Taos del norte-centro de Nuevo México:
los mitos de esta tribu, cuyas dotes artísticas han permeado toda la cultura
pictórica del southwest, sentían un pánico genuino ante las
irrupciones de caníbales gigantescos que bajaban de los bosques de montaña para
raptar y devorar miembros de la tribu. Según estas leyendas – que guardan un
parecido innegable con las de los ogros europeos – era posible encontrar
montones de huesos ensangrentados en las entradas de las cuevas que servían de
madriguera estas espantosas criaturas. Las técnicas utilizadas por los taos para
luchar contra estos seres eran igual que la empleada para matar osos: encender
un fuego a la entrada de la madriguera y esperar a que saliese el morador de
pesadilla para acribillarlo a flechazos. Según la cronología que han podido
establecer los estudiosos, estos incidentes tomaron lugar hace unos ocho siglos,
y que la nomenclatura general que se les asignaba era tsawane’itEmux,
aunque también se les conocía por otros dos nombres, stsomu’lamux y
tsekEtinu – estos últimos ofrecidos por dos jovencitas que fueron
secuestradas por los abominables de las Rocallosas y obligadas a convivir con
ellos.
Entre
los indios utes de la cuenca del río San Juan también persiste la creencia entre
los “hombres animales peludos”, cuyos detalles coinciden con las de las otras
tribus en que estos seres viven en los pinares de ponderosa en lo alto de las
montañas. Si bien los utes asignaron calidades espirituales a estos seres, los
miembros
actuales de la tribu consideran que son meramente animales que, por cosas del
azar, guardan cierto parecido con los seres humanos. Es un hecho que los
pictogramas que nos legaron los ancestros de los utes representan hombres de
gran tamaño, interpretados como hombres-bestia por los ancianos de la tribu. Los
utes insisten que es posible toparse en el siglo XXI con estos seres en los
bosques profundos de la zona, y que no existe posibilidad alguna de que pueda
tratarse de osos, ya que los utes gozan de gran fama como cazadores y
conocedores de la fauna de su región. Estos avistamientos parecen producirse en
la vecindad del río Piedras, al este de la aldea de Ignacio en el estado de
Colorado.
Volviendo
a la información aportada por el estudioso Keith Foster nos encontramos con un
caso que encaja perfectamente con la época del wild west y las
experiencias vividas por el vaquero Wyatt, pero esta vez cerca del río Conejos
en el estado de Colorado.
En la
década de 1870, un cazador profesional de apellido Willford se destacaba entre
los moradores de la Cordillera de San Juan por su pericia en la caza de osos –
negros, pardos y los temidos grizzlis. Los osos representaban un peligro
y era costumbre que las autoridades ofreciesen bonitas recompensas por haber
puesto fin a sus existencias. Sabemos que Willford mató treinta y nueve osos
grizzli alrededor de esta época.
Willford,
hombre de poca educación formal, llegó a dictar sus memorias muchos años
después, narrando una experiencia en el sur de la Cordillera de San Juan que le
hizo sentirse “vigilado” por ojos desconocidos. Según los indios que vivían en
la región, sólo los cazadores más valerosos – o protegidos por el Gran Espíritu
– osaban internarse en la región formada por la confluencia de los ríos Conejos
y San Juan. Los caballos se espantaban con facilidad al entrar en la zona y
manos desconocidas robaban las provisiones de los campamentos; Willford recuerda
haberse encontrado con un campamento de cazadores navajos que acababa de tener
un encuentro con una bestia cuya estatura supuestamente llegaba a los quince
pies (4 metros). Existe la posibilidad de que los navajos se habían encontrado
con un enorme oso grizzli caminando en dos patas, pero Willford descontó
la posibilidad, ya que los navajos eran cazadores avezados y muy familiarizados
con la fauna regional. Considerando que sería de necios ignorar la advertencia
de cazadores tan expertos, Willford dijo que “nos largamos todos de aquel
lugar”.
Los
mormones del vecino estado de Utah también tuvieron algo que opinar sobre los
seres peludos u hombres-bestia que ocupaban las nevadas montañas Uintah: la
exégesis mormona dice que los hombres-bestia son nada menos
que
Caín
y su estirpe, o el "clan de Caín".
David
Patten, el primer mártir de la religión mormona, se encontró con un enorme ser peludo
mientras cabalgaba una noche por los páramos. Patten afirmó haberse topado con
una criatura que se identificó como el Caín bíblico. Lo expresado por Patten al
respecto fue recogido en una carta escrita por el mártir a Abraham Smoot, y que
luego formó parte del libro sobre la vida de Patten por Lycurgus Wilson:
"Mientras que cabalgaba en mi jumento, me di cuenta repentinamente de que un
personaje sumamente extraño caminaba a l mi lado. Su cabeza estaba casi pareja
con mis hombros, estando yo sentado en la silla de montar. [El hombre] no
llevaba ropa y estaba cubierto de pelo. Tenía la piel muy oscura. Le pregunté
que dónde vivía, y me contestó que no tenía hogar, que vagaba la tierra de un
lugar a otro. Me dijo que era una criatura muy amargada, y que había tratado
morir muchas veces durante su estadía en la tierra, pero no podía morir. Su
misión era la destrucción de las almas de los hombres. Justo cuando dijo esto,
le repudié en el nombre de Jesucristo y por la virtud del Santo Sacerdocio,
mandándole a irse. Desapareció de mi vista enseguida..." (Lycurgus Wilson,
"Life of David W. Patten", Salt Lake City: Deseret News, 1900. Colección
de la Universidad de Brigham Young).
El
autor mormón James Hajicek es otro de los que se interesan por la presencia de
estos seres en Utah. Para Hajicek, el Libro de Mormón contiene la respuesta al
misterio: los seres peludos son los descendientes degenerados de los nefitas,
cuya mutación física está descrita en el Libro de Mormón 5:15, donde se
convertirían en una especie "oscura, sucia, y aborrecible", debiendo aguardar su
redención con la llegada de Jesucristo. Hajicek opina que los Bigfoot gozan de
protección divina, y por eso es imposible capturarlos o matarlos. Por otro lado,
el exégeta mormón dice que es absolutamente indispensable "poner copias del
Libro de Mormón en las manos de estos seres" para evangelizarlos y para evitar
consecuencias funestas para la humanidad: cualquier intento por capturar o
aniquilar estos seres daría lugar a una "guerra entre su especie y la nuestra",
vaticinada en el libro bíblico de Miqueas 5:8 y en Nephi 20:15-17,
21:12.
En
el árido panorama del estado de Arizona se encuentra una formación geológica
fascinante que parece surgida repentinamente el paisaje que le rodea. Se trata
de las montañas de la Superstición (Superstition Mountains) cuya fama se ha
extendido por el mundo entero debido a los distintos “tesoros perdidos” que
supuestamente se hallan en su seno: el tesoro del emperador azteca Moctezuma
Xocoyotzin; el tesoro de Maximiliano de Habsburgo, enviado a buen recaudo a las
tierras del norte; el tesoro de las derrotadas tropas de la confederación sureña
y las distintas “minas perdidas” que jamás se han vuelto a encontrar, como la
Lost Dutchman Mine.
Pero
este gran macizo representa una fuente de gran temor para las tribus maricopa y
pima, y sus miembros hacen todo lo posible por evitar entrar a las montañas.
Según los expertos, esto se debe a que hace siglos cientos de guerreros
penetraron los desfiladeros de las montañas, atraídos por “espíritus malignos”
que posteriormente les dieron muerte, permitiendo que unos cuantos regresaran a
sus tribus con la advertencia de la suerte que aguardaba a cualquiera que osara
profanar las montañas. Los historiadores oficiales reconocen la muerte de 200
guerreros de ambas tribus, pero la achacan a una celada tendida por un puñado de
indios apache que, apostados entre las rocas de los desfiladeros, mataron a los
guerreros pima y maricopa.
¿Existe
la posibilidad, por muy remota que pueda ser, de que un remanente de los
hombres-bestia que atormentaron a los indios taos, utes y pueblos pudiera haber
subsistido en las montañas de la superstición? De ser así, sería fácil
comprender la reticencia que muestran las tribus actuales a la hora de franquear a la entrada a las montañas, a
pesar que miles de visitantes lo hacen cada año.
Stan
Morrison, un investigador de temas relacionados con Bigfoot y otros seres
paranormales, tuvo la oportunidad de entrevistar a Pat Ballow, un antiguo piloto
de la American Airlines que venía presenciando OVNIS, luces azules y seres
peludos en las montañas desde hace cuarenta años. La entrevista, que tomó lugar
en 1986, se concentraba sobre una visita hecha por el Sr. Ballow y su padre en
1963 al paraje conocido como “Massacre Grounds” – los predios de la masacre,
donde se produjo la matanza de los guerreros pima y maricopa. Los Ballow
realizaron un descubrimiento totalmente inesperado y bastante desagradable al
toparse con ocho cadáveres
diminutos
y peludos, cuyos rostros, manos y pies eran innegablemente humanos pero cuyos
cuerpos estaban cubiertos por un pelambre de tres o cuatro
pulgadas.
“Sentimos
que tal vez nos habíamos encontrado con algo que no debimos haber visto”,
comentó Ballow a Morrison. “No nos quedamos a revisarlos en gran detalle. Sí
levantamos la mano de uno de ellos para comprobar que no se trataban de unos
chimpancés”. La sensación de temor hizo que padre e hijo abandonaran la zona
inmediatamente; cuando volvieron al día siguiente con una cámara fotográfica,
los cadáveres ya no estaban.
Pero
a diferencia de otros relatos en que la evidencia desaparece – a veces
convenientemente-- cuando los testigos vuelven para confirmarla, Ballow agregó
que algunas semanas después, visitando un mercado dominical con su padre, se
encontró con una especie de gambusino que exhibía dos diminutos ataúdes con un
letrero que rezaba: “Hallados en las Superstition -- ¿qué podrán
ser?”
La investigación
del misterio ha creado sus propios mitos y leyendas. Uno de los más difundidos
bajo este rubro tiene que ver con el recuerdo, por parte de algunos de los
investigadores más insignes del género, de haber visto en algún momento una
fotografía tomada en la época del oeste salvaje que muestra un grupo de vaqueros
reunidos en torno al cadáver de lo que parece ser un pterodáctilo. Se han citado
revistas antiquísimas y desaparecidas (Collier’s, Argosy, etc.) como la posible
fuente de la imagen.
Las
pesquisas por hallar esta foto han sido tremendas e infructuosas, llevando a un
escritor a afirmar que tal vez “un viajero en el tiempo” había vuelto a nuestra
época para borrar la existencia de la foto, a pesar de que tantas personas
tienen recuerdos imborrables de haberlas visto.
¿Hubo
pues algún avistamiento de pterodáctilos o pajarracos parecidos durante la era
de rifles y espuelas que caracteriza los fines del siglo XIX en EE.UU.? Podemos
afirmar que la creencia de que enormes pájaros aún viven en nuestro medio
persiste hasta nuestros días, y representa una faceta razonablemente activa de
la investigación de lo extraño.
El
26 de abril de 1890, el periódico Epitaph de la legendaria población de
Tombstone, Arizona—mejor conocido por el duelo en el OK Corral y por el
cementerio de Boot Hill --publicó un titular alarmante: Hallado en el
desierto – extraño monstruo alado descubierto y muerto en el desierto de
Huachuca. La noticia pasa a relatar el encuentro de un ser alado “parecido a
un enorme cocodrilo, con cola alargada e inmensas alas” por dos rancheros que cabalgaban de
vuelta a su estanca desde el desierto de Huachuca. Los hombres tuvieron la
impresión de que el ser “estaba exhausto tras de un largo viaje” y a duras penas
podía volar. Estremecidos por lo que presenciaban, los vaqueros desenfundaron
sus rifles Winchester, inseparables compañeros del camino, y se lanzaron a
perseguir al monstruo por varios kilómetros hasta que pudieron alcanzarlo y
dispararle repetidas veces.
Dice
el periódico: “Los hombres se acercaron con cautela y sus caballos
relincharon de miedo; descubrieron que habían matado a la criatura. Procedieron
a realizar un examen y descubrieron que tenía una longitud de noventa y dos pies
(27.73 metros) y un diámetro de unas cincuenta pulgadas en su porción más
gruesa. El monstruo tenía sólo dos patas, localizadas a poca distancia de dónde
las alas se unían al cuerpo”.
El relato que
nos ofrece el Epitaph no concluye ahí. Los vaqueros pudieron determinar
que la cabeza del leviatán volante tenía unos dos metros de largo y que sus
mandíbulas tenían dientes filosos y poderosos; sus ojos tenían el tamaño de
platos de cenar y sobresalíam de su cráneo. Las alas, difíciles de medir por
haber acabado plegadas bajo el cuerpo inerte, resultaron tener una prodigiosa
extensión de 45 metros. Totalmente
anonados ante su hallazgo, los hombres del oeste cabalgaron hasta Tombstone para
dar parte al comisario y regresar posteriormente con “varios hombres
prominentes” del pueblo que levantarían acta sobre lo que habían
visto.
La foto que se
ha convertido en el “santo grial” de la criptozoología supuestamente representa
el momento descrito en el párrafo anterior – un ser parecido a un pterodáctilo
rodeado por hombres por los dignatarios de la ciudad—trajeados con bombines y
corbatas – y varios vaqueros.
Algunos expertos han afirmado que de no
tratarse de un fraude, la paleontología nos indica que el suroeste de los EE.UU.
había sido el hogar del Quetzalcoalus northropi, el colosal pterosaurio
cuyos restos fueron hallados en 1975 en el parque nacional Big Bend del estado
de Texas. En una de esas sincronicidades que caracterizan a la investigación de
lo paranormal, el descubrimiento tomó lugar casi al mismo tiempo que comunidades
a lo largo del Río Grande afirmaban haber visto al “Big Bird” o pájaro grande,
cuyas enormes alas “parecidas a las de un murciélago” fueron vistas de cerca por
vecinos de Raymondsville, Texas (donde Joe Suárez perdió una cabra a sus garras)
y la ciudad de Brownsville (donde Alverico Guajardo tuvo el dudoso privilegio de
ver a la criatura de cerca mientras que se encontraba sentado en el patio de su
casa).
Aunque el
determinar la veracidad del pterodáctilo de Tombstone nos resulte casi
imposible, cabe señalar que el autor Thomas Penfield hace mención de otro
“reptil volador” en su libro Dig Here (Excavar aquí) en 1962. Al sureste de Tombstone se alza el Cerro
Ruido en las Montañas Pajarito u Oro Blanco, colindantes con la frontera
mexicana. En esta región, aledaña a la ciudad de Nogales, hay aproximadamente
treinta toneladas de plata de ley que aguardan propietario. Nadie se ha atrevido
a reclamar esta fortuna del desierto debido al miedo de que un gran lagarto
aéreo custodia la zona.
Parece ser que
un par de gambusinos encontraron una mina que había sido explotada por los
jesuitas cuando la región pertenecía al virreinato de Nueva España. Los dos amigos acordaron en que uno de
ellos iría a Nogales en busca de equipo de minería y provisiones mientras que el
otro exploraría el interior de la mina. Posteriormente, cuando el gambusino que
había ido por equipo regresó al Cerro Ruido, se encontró a su socio dormido al
pie de un árbol con la ropa desgarrada y con la cara y las manos rasguñadas y
cubiertas de sangre. Despertando, el maltrecho explorador explicó que había
logrado internarse en la mina y abrirse camino hasta encontrarse con un montón
de costales llenos de mineral resplandeciente, estimando que aproximadamente 30
toneladas del metal precioso estaban listas para sacar en sus grandes sacos de
piel de vaca. Pero
cuando se
decidió a acampar en las laderas para pasar la noche, un grito espeluznante
desgarró la noche del desierto—una criatura parecida a un murciélago gigantesco
se incorporaba sobre las piedras. El gambusino sintió tal temor que salió
corriendo, tropezando y rodando cuesta abajo sobre arbustos espinosos y
piedras.
Pero la plata
importaba más que cualquier criatura de la noche, sin importar sus dimensiones,
y los colegas decidieron separarse de nuevo, esta vez para analizar un pedazo
del mineral y determinar su pureza, lo que exigiría un viaje a la ciudad de
Tucson. Esta vez, al regreso, el gambusino no encontró a su amigo, ni los restos
del campamento, ni la entrada de la mina. Una lluvia torrencial parecía haber
causado aludes que ocultaron para siempre la mina de los jesuitas... ¿o habría
sido obra del murciélago gigante?
El
honor de haber visto el primer “platillo volador” corresponde no a Kenneth
Arnold tras su avistamiento en 1947 sobre el monte Rainier, sino a un ranchero
tejano llamado John Martin, cuyo experiencia no tuvo la misma
trascendencia.
El 2
de enero de 1878, Martin y algunos amigos habían ido de caza en las cercanías
del poblado de Denison en Texas. Mirando hacia el sur, pudo ver en el cielo un
objeto oscuro con el tamaño relativo de una naranja. Las dimensiones del
artefacto volador aumentaban según se acercaba; en una época en que lo único que
solía verse en el cielo era pájaros, Martin pensó que podía tratarse de un globo
hasta que el objeto estaba casi sobre su vertical, cuando le fue posible
comprobar que se trataba de un objeto con forma de plato que volaba a gran
altura. EL avistamiento de Martin en las cercanías de Denison tuvo la ventaja de
haber sucedido en plena luz del día, y el OVNI oscuro no reflejaba luz
alguna.
Varias
semanas después del avistamiento el periódico Denison Daily News publicaría la
experiencia de John Martin en su edición del 25 de enero de 1878 con el título
“Un fenómeno extraño”. Reproducimos el texto completo a
continuación:
“El
Sr. John Martin, un ranchero que vive a unas seis millas al sur de esta ciudad,
nos informa sobre la siguiente narración extraña. El martes por la mañana,
mientras se encontraba de cacería, su atención fue dirigida hacia un objeto
oscuro en lo alto del cielo hacia el sur. La forma peculiar y velocidad que
marcaban el acercamiento del objeto capturó su atención, y se esforzó por
determinar su naturaleza. Al observarlo por primera vez, parecía tener el tamaño
de una naranja, que siguió aumentando de tamaño. Después de mirarlo durante
algún tiempo, Martin se vió obligado a descansar la vista. Al reanudar su
observación, el objeto estaba casi directamente sobre su cabeza y su tamaño
había aumentado considerablemente y parecía desplazarse por el espacio a
velocidad prodigiosa. El Sr. Martin pensó que se parecía, en su estimación, a un
globo. Desapareció con la misma rapidez con la que había llegado y no tardó en
perderse en los cielos. El Sr. Martin es un caballero de veracidad indudable y
este extraño evento, si no fue un globo, merece la atención de nuestros
científicos”.
Mientras que
indios y vaqueros se disputaban la posesión del oeste americano, mientras que la
Union Pacific unía ambas costas mediante el sistema férreo y el “caballo de
hierro” y mientras que el general Custer moría a manos de los sioux en el
Pequeño Gran Cuerno, un autor francés deleitaba al mundo con los frutos de su
prodigiosa imaginación.
Julio Verne,
cuyos personajes navegaban el fondo de los mares o alcanzaban la superficie
lunar con la misma facilidad, concibió la idea de un científico cuyo dominio de
los aires le convertiría en el dueño del mundo: Robur el conquistador, la
novela que lleva ostenta el nombre de su protagonista, apareció en 1886 y al
igual que en Veinte mil leguas de viaje submarino, un genio intentaba
obligar a la humanidad a proscribir la guerra mediante el uso de violencia. El
capitán Nemo hundía acorazados con el espolón de su Nautilus, pero el
misántropo y blasfemo Robur bombardeaba ciudades y ejércitos enteros desde
superdirigible, una verdadera fortaleza voladora que acabaría siendo saboteada
–curiosamente—por un agente del servicio secreto estadounidense.
En una época en
que los globos de aire caliente representaban el no va más de la tecnología, los
superdirigibles de Verne eran fantasía al cien por cien. Pero poco después de
que Robur el conquistador llegara a las manos del público decimonónico,
los superdirigibles comenzarían a dominar los cielos del wild
west.
La era de los
“dirigibles fantasma” es considerada por muchos como la primera manifestación
del fenómeno OVNI en era moderna, propagándose lentamente a todas partes del
mundo. De hecho, no comenzaría en
las praderas y desiertos del oeste sino en Sacramento, California el 18 de
noviembre de 1896, cuando el rotativo San Francisco Call informó a sus
lectores que un objeto aéreo (un “corcel de los aires”, en el lenguaje florido
de aquel entonces) había sobrevolado la ciudad de Sacramento la noche anterior,
y que los testigos habían podido escuchar, desde tierra, las voces de los
tripulantes cantando a coro. Una carta recibida por la redacción del
Sacramento Bee por un tal “W.A.” informaba que la nave aérea había sido
enviada a nuestro mundo por “el alto comisionado de Marte” y que se trataba de
un ingenio propulsado por la electricidad – recién descubierta en la Tierra por
Edison, Tesla y Steinmetz. En cuestión de meses, los avistamientos de los
dirigibles fantasma comenzaron a verse en el corazón del país, donde los
periódicos se pronunciaban completamente a favor de la procedencia marciana de
los aparatos. El director del rotativo Colony Free Press del estado de
Kansas afirmaba en 1897 que “después de haber debatido el tema de las naves
aéreas, la opinión de este periódico es que la nave aérea no proviene de este
mundo, sino que casi seguramente está siendo operada por un grupo de científicos
del planeta Marte, que realizan una gira de exploración por el sistema solar en
aras de la ciencia”.
El 17 de abril
de ese año se produciría el primer “macroavistamiento” cuando comunidades tan
apartadas entre sí como Ann Arbor en Michigan, Waterloo en Iowa, St. Louis en el
estado de Missouri y varias comunidades en Texas afirmaron haber sido
sobrevoladas por “dirigibles fantasma” que emitían sonidos de maquinaria pesada
y cuyos brillantes faros barrían la tierra, inundando la oscuridad rural con una
luz cegadora. Inventores estadounidenses comenzaron a solicitar patentes para
sus diseños de dirigibles que competirían con los ya vistos en los cielos, pero
que nunca se llegarían a construir. La opinión pública se debatía sobre la
procedencia, con la hipótesis del “inventor desconocido” a la usanza de Robur
llevando las de ganar.
Granjeros como
Frank Nichols, vecino de la población de Josserand en Texas afirmaron haber
ingresado en una de las misteriosas naves a la invitación de sus
tripulantes,
quienes explicaron al cowboy el funcionamiento del dirigible, pero que el
invitado no supo entender ni repetir posteriormente. Aunque Nichols sí supo decir el extraño
aparato—según la información aportada—había sido construido en un punto remoto
del estado de Iowa, lejos de cualquier centro de población, y que su método de
propulsión se basaba en la “electricidad condensada”.
Durante la
lluviosa noche del 6 de mayo de 1897, dos alguaciles en el estado de Arkansas
desenfundaron sus Winchesters al presenciar el aterrizaje de una poderosa luz en
las colinas cerca de la población de Helena. Cabalgando hacia el lugar donde se
encontraba la refulgente luz, los alguaciles Sumpter y McLemore se sorprendieron
al encontrar un hombre de barba larga con una linterna que se identificó como el
piloto de la nave, quien invitó a los agentes de la ley a subir para llevarlos
“a un lugar en donde no llueve”. Los alguaciles repusieron que preferían
mojarse.
Las dimensiones
de estas naves eran incalculablemente grandes para la tecnología disponible al
momento. La nave aérea que visitó el poblado de Holton, Michigan, supuestamente
tenía trescientos pies de eslora y un ancho de noventa pies; el 22 de abril de
1897, John Barclay presenció la llegada de un dirigible fantasma rectangular y
con alas imponentes, cuyas luces “eran más brillantes que la luz eléctrica”. Con
su confiable rifle Winchester en mano, Barclay fue al encuentro del aparato que
había aterrizado en sus terrenos. El piloto—que dijo llamarse Smith—le pidió
sin rodeos que hiciese el favor de
comprarle aceite lubricante, herramientas y piedra azul, dándole para ello un
billete de diez dólares. “Mañana estaremos en Grecia”, le informó el
desconocido.
Algunos de los
pilotos de estas naves del misterio tenían agendas políticas muy bien marcadas:
uno de ellos abordó al senador Harris del estado de Arkansas – tras de haber
aterrizado cerca de su casa- para informarle que su aparato contaba “con un
cañón Hotchkiss mejorado y diez toneladas de municiones. Me estaba preparando
para ir a Cuba y diezmar al ejército español si las hostilidades no hubiesen
cesado; mis planes han cambiado, y ahora me propongo ir a socorrer a los
armenios...”
El
macroavistamiento de las extrañas y a veces estrafalarias máquinas voladoras
tocó a su fin poco después del encuentro del senador Harris. Nunca sabremos a
ciencia cierta exactamente qué fueron aquellos aparatos ni quiénes fueron sus
tripulantes, aunque el destacado investigador Jerome Clark apunta lo siguiente
en su libro The UFO Book (p.38): “Existe una interpretación defensible, y
es que entre todas las malinterpretaciones, exageraciones y falsificaciones sí
se observaron OVNIS y de la variedad moderna. De vez en cuando estos llegaban a
tocar tierra. Los objetos con forma de cigarro puro o de dirigible siempre han
ocupado un lugar de honor en la tradición OVNI, y de vez en cuando los testigos
han llegado a describirlos con alas...”
Los genios
inventores de la estirpe de Robur dejaron de espantar de espantar el ganado de
los pastizales del oeste, pero pasarían a otros países a hacer de las
suyas.
¿Existe alguna propiedad en
especial que haga del oeste americano una región especialmente apta para lo
desconocido, o se trata sencillamente del magnetismo natural que tienen las
zonas poco pobladas de nuestro mundo sobre el inconsciente humano?
Somos pocos los
que no hemos participado de algún modo en el mundo de vaqueros, comisarios,
alguaciles, cuatreros, forajidos e indios hostiles de la época generalmente
conocida como el wild west de los Estados Unidos de America. Aunque los
estudiosos se debaten hasta nuestros días la duración exacta de este período de
la historia de América del Norte, siempre se nos indica que la era retratada por
las películas y teleseries de Hollywood corre desde el último año de la guerra
de Secesión (1865) hasta posiblemente 1901.
Sin embargo,
antes, durante y después de este
período de expansión demográfica desde el este de EE.UU. hacia su región
centro-oeste, de explotación de recursos auríferos, cosa que había comenzado con
el descubrimiento del oro en California en 1849, y de genocidio masivo,
representado por la destrucción de naciones enteras de indígenas, sus fuentes de
alimento y su forma de vida, se produjeron misterios innegables de índole
paranormal y sobrenatural que han salido relucir en este trabajo – misterios que
fueron tan inexplicables entonces como lo son ahora.
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OBRAS
CONSULTADAS:
Clark,
Jerome. The UFO Book. Detroit: Omnigraphics, 1998.
Gutilla,
Peter. The Bigfoot Files. Timeless Voyager, 2004.
Keel,
John A. Why UFOs? NY: Manor Books, 1975.
Steiger,
Brad. Mysteries of Time and Space, NY: Dell Books,
1974.
Blum,
Ralph y Judy. Beyond Earth, Man’s Contact with UFOs. NY: Bantam,
1975.
US Dept.
of the Interior. De Soto, Coronado,
Cabrillo. Washington: GPO,
1992